La clave para entender la creación de valor en una empresa no está solo en medir cuánto gana, sino en cuánto gana en relación con lo que invierte y con el coste de esa inversión. Las métricas tradicionales como ROIC, ROE y ROC, aunque populares, deben ajustarse cuidadosamente para eliminar sesgos contables y reflejar fielmente la realidad económica.